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Nunca imaginó que haría algo así con su madrastra. El chico estaba allí en el salón intentando estudiar, a su lado estaba la mujer haciendo como que pretendía ayudarle, pero no se enteraba de nada. De repente el muchacho la miró y ella sonreía, quería otra cosa. Le dijo claramente que estaban solos, su padre no estaba, y que podían hacer otras cosas. El jovencito se quedó perplejo, pero cuando ella le enseñó los pechos se lanzó como una fiera a comerle esas tetas tan perfectas que tenía. Luego los dos se desnudaron y el muchacho no tardó en penetrarla y follársela en el sofá del salón de casa, si su padre supiera… Luego la puso a cuatro patas, y tras unas cuantas embestidas acabó corriéndose sobre esas tetazas que tan cachondo le habían puesto siempre.