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Era un chico joven y lo cierto es que a su tía le daba morbo, pero parecía tan frágil que no se decidía a hacerle nada. Así que su herramienta de madura fue intentar ponerle caliente. Se sentó al lado del muchacho y le dijo que si podía darle un masaje, él lo hizo. Pero cada vez estaba más cachonda la zorra de su tía. La mujer le dijo que se iba un momento y que ahora volvía, él se quedó mirando su celular y de repente apareció solo con lencería. Sus ojos se clavaron en su tía, no podía creerse lo que veía. Estaba buenísima la perra, se volvió a sentar a su lado y finalmente se decidió a ir a por ella. Le comió las tetas primero, luego ella le hizo una mamada.
La puso a cuatro patas en el sofá y empezó a follársela. Aquello era algo que los dos deseaban y que no olvidarían en mucho tiempo.