Solo la puntita en el culo de su madre no es pecado
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El rostro de un pequeño entrando por la puerta con hambre y observando la comida que esta sobre la mesa, es algo que no tiene precio. Una madre sabe eso y es la droga que hace que su vida funcione: complacer los deseos y necesidades de su pequeño, es el combustible que la mueve. Y un coño maternal siempre está dispuesto también cuando un hijo se intenta hacer una paja, ahí es cuando las zorras incestuosas como esta rubia tetona, se lucen. La mujer se acuesta sobre su hijo y con movimientos ardientes, hace que el chaval se corra una y otra vez. Eso todos los días.