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Esta mujer ya tenía sus 58 años recien cumplidos, pero su cuerpo incitaba al pecado sin lugar a dudas. Tenía dos tetas enormes y además siempre solía vestir con lencería mostrándolo todo. Así que aquél día su cuñado aprovechó la ocasión puesto que ambos estaban solos en casa. Tenía tantas ganas de comerse sus tetas que no pudo contenerse, y por suerte aquella señora también deseaba hacérselo con él. Ambos se deseaban en secreto y por fin pudieron hacer realidad su fantasía.
Allí de pie comenzó a desnudarla y a tocarle su coño, ella cerraba los ojos tremendamente excitada al sentir el contacto de sus dedos en su vagina. Luego se lanzó como una perra a comerse su polla e incluso a hacerle una paja cubana con sus grandes pechos.
Se fueron al dormitorio en el que ella dormía con su marido, y allí acabaron follando. Esta zorra no solo fue infiel a su esposo, sino que además se lo hizo con el hermano del mismo. Por supuesto su cuñado acabó corriéndose en sus tetas, ella estaba muy buena, pero es que esos pechos eran perfectos para dedicarles una buena corrida.