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Cada vez que miraba a su cuñada no podía evitar ponerse caliente al contemplar sus enormes tetas de madurita. Que estuviera casada con su hermano no le importó demasiado, tan solo quería probar el coño de esa zorra. Aquél día mientras tomaban un café y casi sin venir a cuenta empezó a tocar sus pechos. Ella le quitaba las manos, se sentía muy incómoda por eso que le estaba haciendo. Sin embargo a él le daba todo igual, sabía que en realidad ella tenía tantas ganas como él. La agarró del cuello y la tiró sobre el sofá, una vez allí comenzó a quitarle ropa para así poder ver sus tetazas.
Ella se hacía la dura, pero en realidad se estaba riendo viendo lo cachondo que estaba el cerdo. No tardó en ponerle su verga en la cara y ella se la comió. Después por supuesto se la metió en su coño para follársela. No fue la única vez que pasó y por suerte podemos verlo en este mismo vídeo, ya que en otra ocasión se lo hizo en el baño, y en otra incluso en su cama. Su hermano nunca lo supo hasta la publicación de este vídeo.