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Las mujeres aún no saben o no quieren saber que las paredes espían y los muebles tienen ojos. Esto quiere decir que nunca pueden bajar la guardia porque siempre habrá una polla rondando que las quiera follar. Esta madurita se confió pensando que no había nadie en casa pero se equivocó, ya que su  marido ese día sólo trabajaba media jornada en la oficina y media en casa, así que llegó mucho antes de lo que ella esperaba. No llevaba bragas y se agachó para limpiar los armarios de abajo de la cocina, momento en el que su marido aprovechó para echarle un polvo rápido de los buenos.