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Estaba muy buena, pero lo mejor de todo es que era cuarentona y además madre. Aun así y tras su divorcio se follaba a todo aquello que tuviera pene, es decir, a todos los tíos con los que se cruzaba. En esta ocasión le tocó a un chico más joven que ella, pero aquello no hacía más que mejorarlo. Tras comerle el coño ella se humedeció mucho más, estaba demasiado cachonda. Fue entonces cuando el chico sacó su polla y ella se sorprendió, ya que era más grande de lo que se imaginaba. Se la comió entera como solo una milf sabe hacer, y después de la mamada se la metió.
A pesar de sus 41 años y de ser madre la mujer se conservaba bastante bien, estaba delgada y es algo poco habitual. Tal vez por ello le pegó una follada que nunca olvidaría, ya que una madurita como ella suele ser siempre muy exigente a la hora de tener sexo.