Decía que quería pintar, pero deseaba su polla
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Si es que no nos sale otra palabra más que la de «fusilar» cuando vemos estas folladas interraciales en las que el tipo tiene la polla el doble de gorda que el brazo de la mujer. No os podéis perder cómo se agarraba esa señora al cuello del negro mientras él arremetía contra su coño como un puto animal y es que el muy cabrón no se dejaba ni un solo centímetro fuera. Gritaba, gemía, sollozaba e incluso por momentos hasta lloriqueaba la pelirroja del inmenso placer que le daba sentir ese pedazo de carne dentro. El final es simplemente apoteósico porque como comprenderéis ese tipo no iba a correrse fuera.