Le machaca las pelotas a su sobrino preferido

No podía evitar fijarse en las enormes tetas de su madrastra, siempre que la veía sus ojos se centraban en esos enormes pechos. Ella lo sabía, y aquél día le dijo que se sentara a su lado en el sofá. Parecía molesta y estuvo hablando con él hasta que de repente empezó a sonreir y le pidió que le enseñase la verga. No podía creérselo, que puta que era. Se la enseñó y la zorra empezó a meneársela. No se la llegó a comer aquél día, pero habían abierto la puerta a algo realmente morboso. Finalmente y tras muchos roces entre ambos se la acabó follando en el sofá de casa, fue una gran experiencia metérsela a esa zorra hasta correrse sobre su boca bien abierta.