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Me ponen muy cachondo las mujeres de uniforme. Llevaba un rato observándola en la calle, tenía que llevármela a mi casa y encontré la forma de hacerlo. Siempre se me ha dado bien entrarle a mujeres, a pesar de no ser muy atractivo parece ser que les hago gracia y les gusto. Eso me ha permitido siempre follar con maduritas buenorras como esta zorra, que resultó que era azafata. Nada más llegar ya me estaba comiendo la polla la putita. Le pedí que no se quitase el uniforme, eso me motivaba y me ponía mucho más caliente. Tras la mamada me la follé allí en el sofá, fíjate lo caliente que estaba la zorra.