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Nos encanta cuando las maduritas se ponen en su papel de ofendidas y enfadadas cuando sus hijastros les tiran la caña o intentan seducirlos. Este chico entró en la cocina mientras su madrastra estaba fregando con toda la intención de ver si al fin podía tener algo más serio con ella que darle un pico o tocarle las tetas de refilón. Ella de nuevo le dijo que era un pesado y que estaba loco, pero uno sabe perfectamente cuando una mujer habla en serio o simplemente lo dice porque cree que se puede arrepentir. Desde luego tuvo mucho ojo el amigo porque esa zorra tragó con todo.