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La madurita presumía de llevar un buen nivel de vida, prueba de ello era el cochazo que llevaba. Se paró de repente y se bajó del coche para ver a un chico que estaba allí solo. Su objetivo estaba claro, la gordita había salido de caza en busca de pollas y él era el elegido. Se acercó al chico con claro interés sexual, pero el muchacho no parecía interesado. Fue entonces cuando se sacó del pecho un fajo de billetes y se lo ofreció a cambio de sexo. En aquél momento cambió su actitud hacia ella, el dinero había hecho que la viera más atractiva de lo que era y su respuesta fue afirmativa. En ese momento se lo llevó a un piso cercano que solía usar de picadero con los jovencitos que se encontraba. Allí la mujer se desnudó mostrando sus grandes pechos y toda la grasa que colgaba de su cuerpo, lo cierto es que para tener tal sobrepeso la zorra estaba bien buena. Primero le comió la polla hasta asegurarse que la tenía bien dura, después se abrió de piernas y aquél desconocido la penetró.
Así follaron hasta que el tío se corrió en su boca mientras se la chupaba, la muy puta se lo tragó todo.