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Madre e hijo tenían demasiada confianza, por lo que cuando la madura lo llamó para pedir su opinión el chico no se extrañó. Ella pensaba salir de cena con un hombre mayor y estaba probándose ropa, pero la opinión de su hijo fue determinante: parecía una zorra. La mujer procedió a cambiarse, pero antes de quedarse desnuda del todo le dijo que se tapase los ojos para no ver a su madre en pelotas por supuesto.
Aun así la madura estaba a punto de cambiar de planes. Estaba tan caliente al verse desnuda delante de su hijo que no pudo controlarse. Le dijo que se quitase las manos que tapaban sus ojos y allí se encontraba ella mostrándole sus pechos. Luego le tiró la mano al paquete, la cara del jovencito lo decía todo, no podía creérselo.
Tras aquello desabrochó sus pantalones y le comió el rabo. Fue el principio, ya que posteriormente el muchacho se la clavó en su vagina para follársela en la cama de su madre como a una puta dejándola bien corrida.
Aquella noche la madura se fue a cenar con aquél hombre, pero bien follada por su hijo.