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Era una madurita guapa y además con dinero. A sus 36 años se había casado con un hombre mayor acaudalado y tenía un negocio propio, hasta el punto de que podía presumir de llevar un ferrari. Uno de sus empleados era el encargado de limpiarlo a diario, pero aquél día limpió algo más de lo que tenía previsto, las cañerías de la milf. Cuando la zorra le dijo que entrase en casa el tío se imaginó que quería simplemente hablar sobre el negocio, pero no fue así, la zorra se lo quería follar pues estaba harta del viejo de su esposo.
Le enseñó las tetas y poco después le comió la polla. El tío por supuesto estaba más que encantado con aquello, esa mujer era el objeto de deseo de cualquiera y ahora se la estaba follando.