Su hijastro hizo oídos sordos

Siempre la veía por la ventana, por las cortinas del baño y en cuanto agujero pudiera meterse para mirar lo que hacía, ahí estaba él. Una especie de obsesión que tenía por ver desnuda a la anciana lo hacía ser un fisgón. Hasta que por fin, espiar a la abuela ha dado resultados para él ya que la vieja se pone cachonda y luego de hacerle una mamada de polla, le apetece que él le dé una follada. Y una guarrada vino y otras fueron, pero tampoco fue ninguna tortura ya que al final del día, pudo ese coño que tanto ansiaba y además también la pudo penetrar y quitarse las ganas.