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Como para no saber ponérsela dura a un chico joven, con 64 años esta abuela le tiene cogidas las medidas a cualquier polla y no hay ni una que se le resista. Hoy su nieto va a vivir en sus carnes la mejor paja que le han hecho y seguramente le harán en toda su vida. La zorra se sentó encima de sus piernas de tal forma que su coño aplastaba directamente y a pelo sus pelotas, después empezó a pajearlo mientras sus tetas gigantes no paraban de moverse libres al viento. Fijaos en la cara de felicidad de la vieja, joder, es evidente que pajear a un veinteañero le da la vida.