Su hijo está obligado a follarla todos los días

Al menos a día de hoy las viejas están desatadas y ni de coña son esas abuelitas discretas y casi frígidas que eran (o parecían ser) hace no tanto tiempo. Le falta hablar en latín a esta sucia anciana como si fuera el mismísimo diablo y es que no veas cómo se retorcía cual culebra mientras le daban polla una y otra vez. Casi cuarenta minutos estuvo sin parar de follar y la cerda ahí como si nada, de hecho suplicaba que se la metieran más y más a fondo porque no tenía suficiente. 79 años tiene la condenada y le metería un repaso a cualquier jovencita.