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Estaba casado, pero cada vez que salía de viaje acostumbraba a llamar a alguna prostituta para así pasar la noche. Él las prefería de lujo, le gustaban maduritas pero con clase, no una cualquiera. Esta mujer era rumana, y desde luego cumplía con todas las exigencias de aquél tío. El hombre le ofreció una copa de vino y ambos bebieron sentados a los pie de la cama, hasta que ella se levantó para mostrar su cuerpo. Era una de esas milfs que son espectaculares. Se acercó a su cliente y éste empezó a desnudarla a la vez que lamía todo su cuerpo. Luego la guarrilla con sus dos grandes tetas le hizo una paja cubana, eso desde luego su mujer no era capaz de hacérselo, por eso prefería a las putas.
Tras la paja se la folló a pelo, no le importaba en absoluto que pudiera pegarle algo, sabía que estaba limpia. De hecho hasta se atrevió con un 69, aquella zorra se lo merecía todo.