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Joder, apenas hacía un par de minutos que su marido se había marchado a trabajar y la guarra ya estaba bajándole la bragueta al fontanero. Dios, eso es una infidelidad en tiempo récord, pero no nos extraña porque las amas de casa mexicanas son así de ardientes y verga que ven, verga que quieren meterse por la boca, el coño o el culo. El caso es que su esposo está convencido de que su señora es fiel y lo quiere mucho, aunque la realidad es bien distinta porque el cabrón lleva más cornamenta que un reno macho. En fin, ojos que no ven corazón que no siente, lo único que siente en este caso es la pucha de la mujer a golpe de rabo.