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Una de tantas esposas desaprovechadas que suelen aburrirse en casa, pero ella sabía que hacer. Solía estar cachonda a menudo, pero su soledad la limitaba solo a tocarse y a veces a masturbarse. Sin embargo ese día se le pasó una cosa por la cabeza tras ver por la ventana a un chico trabajando en la construcción. Tal vez si se le acercaba para ofrecerle algo de beber y se fijaba en sus tetas podría follárselo, total, no iba a enterarse nadie. Se animó y lo hizo, por lo que se le acercó con un vaso. Se podía ver parte de uno de sus pezones y se adivinada que sus teta eran enormes. Cuando ella le invitó a su casa el muchacho aceptó, en realidad se imaginaba lo que la zorra pretendía y tampoco le parecía mal.
Una vez allí la cosa fue rápida, comenzaron a desnudarse y en la misma cocina acabó penetrándola. Esa zorra infiel nunca había disfrutado tanto de una polla, se preguntaba mientras se la follaba porqué no se le había ocurrido antes hacer algo similar. Al final el chico se corrió sobre esos enormes pechos de los que tanto presumía la madurita, acababa de descubrir como no aburrirse cuando estuviera sola en casa.