joven ladron de corazones maduros

Que su hermano haya decidido irse con la chica que hacia la jardinería y que esta, ni siquiera conocía el idioma y posiblemente estaba con él solo por su permiso de residencia en el país, no le importaba mucho. No sentía que debía o podía juzgar. Lo que sí pudo darse cuenta y entender fue que su cuñada, a cuatro patas, era una zorra ardiente. Ella era una rubia con tetas operadas y pasados los cuarenta años. Eso le daba una calentura especial. Le gustaba tener una polla en la boca y tragársela completa. Luego ponerse en posición de perrito como una zorra de la calle.